El tiempo
de luz solar sigue menguando, y los árboles entran en un estado de letargo, de
reposo vegetativo. Ralentizan su ciclo vegetativo y “duermen”.
Tras la caída de la hoja, ganan protagonismo las especies perennifolias, que mantendrán el verde durante el invierno. Algunas de ellas, además, muestran sus hermosos frutos, dando colorido a los días más cortos del año. Es el caso del madroño o el acebo, que con sus sugerentes bolitas evoca la Navidad.
Otras parece que quieren ir a contracorriente, y, como el durillo, es ahora cuando florecen.
Cuando
llega diciembre y las
lluvias abundan,
ellas con las acacias tornan a florecer,
tan puras y tan frescas y tan llenas de aroma
como aquellas que un tiempo con fervor adoré.
Rosalía de Castro, En mi pequeño huerto.
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