viernes, 18 de diciembre de 2020

Pino de Monterrey

Nombre en euskara: Intsinis pinua 

Nombre científico: Pinus radiata

Familia: pináceas

 

Los unos, altísimos,

los otros, menores,

con su eterno verdor y frescura,

que inspira a las almas

agrestes canciones,

mientras gime al chocar con las aguas

la brisa marina de aromas salobres,

van en ondas subiendo hacia el cielo

los pinos del monte.

     Rosalía de Castro, Los pinos  

 

Este ejemplar se encuentra en Camino de la Sierra.

 

Es un pino oriundo de la costa sur de California, pero está ampliamente extendido en nuestra zona debido a las repoblaciones. De hecho, entre las especies que cubren los montes de Bizkaia, el pino de Monterrey, o pino insigne, es con diferencia la de mayor presencia.

De talla media a elevada, puede alcanzar los 50 m de altura. Posee una copa piramidal en su juventud y aplanada o abovedada en su madurez, con ramas inferiores extendidas. Tiene el tronco recto con corteza gruesa de color pardo-rojizo.

Las hojas tienen forma de acícula, miden 7-15 cm de largo y nacen en grupos de tres.

Sus piñas son muy asimétricas y miden 7-14 cm de largo, con un rabillo muy corto o sin él, de manera que aparecen “sentadas” sobre las ramillas. Los piñones son muy pequeños y, cuando la piña madura y se abre, salen con un ala membranosa para facilitar la dispersión por el viento.

Es una especie de crecimiento rápido, ya que puede alcanzar un diámetro de tronco de más de 50 cm en 20 años. Su madera se utiliza para diferentes fines, entre los que destacan la pasta de papel, tableros contrachapados, madera aserrada y la fabricación de tableros de aglomerado. También se planta como ornamental.

Pinus era el nombre latino de los pinos, que se asignaba principalmente al piñonero y a su madera; radiata significa ‘radial, con rayos’, por el aspecto de sus acículas.

martes, 24 de noviembre de 2020

Paseos y derivas

Este otoño nos ha regalado hojas de diferente tipo. Algunas de ellas las hemos juntado en este “Paseos y derivas”, donde los árboles también están presentes.

Pasear es salir, estar al aire libre, deambular, ver con nuevos ojos lo cotidiano, dialogar con el paisaje y el paisanaje, contemplar los árboles, apreciar los colores propios de cada estación…

El viento canta entre los árboles del parque y trae nubes que oscurecen un cielo blanco sucio, medio-negro, que anticipa lluvia. Decía Camus que el otoño es una segunda primavera, cuando cada hoja es una flor. Es cuando cada árbol deja ver su personalidad propia.

Las vi asomarse con el verde nuevo de primavera, y ahora contemplo su danza al caer. Poco a poco se alfombra el suelo, y entre los tonos ocres destaca el amarillo encendido del ginkgo, el sutil naranja del cerezo, el intenso rojo del arce o el apacible burdeos del liquidámbar. Caen las hojas que el viento vuelve a levantar, juegan a hacer remolinos y parecen volar…

martes, 3 de noviembre de 2020

Castaño

Nombre en euskara: Gaztainondoa 

Nombre científico: Castanea sativa

Castaños sin historia arrojarán
su florecilla al suelo blanquecino.
Un ámbito de tarde en perfección
tan desarmada humildemente opone,
por fin venciendo, su fragilidad
a ese desbarajuste sólo humano
que a golpes lucha contra el mismo azul
impasible, feroz también, profundo.

Jorge Guillén, Tarde mayor

Este hermoso ejemplar se sitúa en los terrenos del antiguo Colegio Nuestra Señora del Carmen.

Es un árbol caduco originario de Europa meridional y Asia Menor. Puede alcanzar los 30 m de altura y un gran desarrollo en grosor. Su tronco es grueso y corpulento. La corteza es parda, oscura y se agrieta longitudinalmente con la edad, adquiriendo un característico estriado oblicuo, como si el tronco estuviera retorcido.

Las hojas son simples, alternas, oblongo-lanceoladas. Tienen el margen serrado y una longitud de 10-25 cm.

Las flores aparecen en verano. Las masculinas se agrupan en largos y estrechos filamentos amarillos, y las femeninas se disponen en la base de éstos.

Los frutos presentan una cubierta espinosa, llamada erizo, que normalmente contiene dos o tres castañas.

Es un árbol de crecimiento rápido y gran longevidad, se conocen algunos ejemplares milenarios. Su madera es de gran calidad, dura y resistente, apta para vigas, postes, tableros y muebles. Sin embargo, es mediocre como combustible.

En el pasado, las castañas fueron un complemento alimenticio de gran importancia. Hoy en día se siguen consumiendo solas o como ingrediente para la elaboración de dulces, licores y guisos. Si se abusa de ellas pueden generar algún problemilla, tal como reflejó Françoise Rabelais en Gargantúa: “Con estas castañas y buen vino nuevo hétenos aquí transformados en compositores de pedorretas”.

Su importancia a lo largo de la historia queda reflejada en la toponimia, la música, la literatura y el lenguaje popular. Así, por ejemplo, encontramos numerosas expresiones relacionadas con el castaño o sus frutos: “en tiempos de Maricastaña”, “sacar a alguien las castañas del fuego”, “pasa de castaño oscuro”, “¡Toma castaña!”, “parecerse como un huevo a una castaña”.

Castanea es un nombre romano derivado del griego Kastanon. El epíteto sativa quiere decir ‘cultivada’, aludiendo a que sus frutos son comestibles.

martes, 13 de octubre de 2020

Pequeño vivero (actividad)

 Abramos la dulce tierra  

con amor, con mucho amor;

es éste un acto que encierra,

de misterios, el mayor.

                  Gabriela Mistral, Plantando el árbol

Para crear un pequeño vivero no hace falta disponer de un trozo de tierra, bastará con un pequeño espacio exterior (un rincón del patio, una terraza o, incluso, el alféizar de una ventana). Ni siquiera necesitamos macetas, podemos reutilizar diversos recipientes (tetra-briks, botes, botellas,...). Es realmente fácil, solo debemos seguir unos sencillos pasos:

1. Recolección de las semillas: El otoño es la época ideal para recoger semillas (las bellotas y las castañas, por ejemplo, germinan fácilmente). Es conveniente que las semillas sean de buena calidad ("los buenos árboles dan buenas semillas y las buenas semillas dan buenos árboles").

2. Preparación de las "macetas” (si reutilizamos recipientes):

·         Cortamos los envases a unos 20 cm de alto (las “macetas” deben ser lo suficientemente grandes como para permitir el desarrollo de las plantas durante 1 o 2 años.

·         Hacemos unos agujeros en la base para permitir que salga el exceso de agua de riego y evitar, así, que se pudran las semillas o las raíces.

·         Podemos colocar gravilla o arena gruesa en el fondo y luego la tierra.

3. Siembra: Colocamos las semillas a una profundidad equivalente a 1'5 veces su tamaño y en la posición que tomarían si cayeran a tierra de forma fortuita (las bellotas, por ejemplo, en posición horizontal).

4. Riego: Regaremos regularmente pero no en exceso, lo suficiente para mantener la tierra húmeda (no encharcada).  

5. Crecimiento: Será emocionante ver despuntar los tallitos y observar cómo van creciendo. Cuando el tamaño lo aconseje, cambiaremos el recipiente por otro más grande.

6. Trasplante: Cuando los arbolitos tengan un año o dos se pueden plantar en el campo. Para ello podemos aprovechar alguna "fiesta del árbol". Éste es un paso importante, por lo que será conveniente pedir asesoramiento sobre cómo, cuándo y dónde plantarlos. 

martes, 22 de septiembre de 2020

Almez

Nombre en euskara: Almeza

Nombre científico: Celtis australis

Familia: Ulmáceas

 

Este ejemplar se encuentra en el Parque Ganerantz.

Nativo del sur de Europa, oeste de Asia y norte de África.

Es un árbol esbelto que puede alcanzar los 30 m. Tiene un tronco uniforme con una corteza gris, delgada y lisa.

Sus hojas son caducas, simples, alternas, ovalado-lanceoladas, redondeadas en la base, de borde aserrado, asimétricas, aterciopeladas al tacto y terminadas en punta alargada.

Las flores salen en primavera y son poco llamativas.

El fruto maduro es carnoso, negro, del tamaño de un guisante, con un hueso grande, y permanece a menudo después de la caída de las hojas.

Es un árbol que se usa mucho como ornamental, ya en la Roma clásica era utilizado para ello. También se emplea como planta viaria, para formar setos vivos y fijar terrenos sueltos en laderas y márgenes.

El término almez proviene del árabe (al-mays), que significa literalmente "árbol". Celtis es el nombre latino que los romanos daban al almez; australis nos indica su distribución al sur de Europa.

Oleo esperanza

…el sendero…

las hojas serán nido

de un sentir…

sin futuro…

un almez llora ambarino…

mi amor por ti.

   Paty Carvajal, Un almez

martes, 1 de septiembre de 2020

Identificación de hojas (juego)

Una de las formas más prácticas de identificar los árboles es a través de las hojas. En la tabla adjunta aparecen las hojas de los nueve árboles más numerosos en Portugalete. ¿Puedes identificarlas? 

Ayuda:

Los árboles son los siguientes: Abedul, Aligustre, Arce campestre, Avellano, Cerezo, Ciprés común, Fresno, Higuera, Plátano de sombra

 

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Solución (de izquierda a derecha y de arriba abajo):

Aligustre, higuera, fresno

Abedul, ciprés común, cerezo

Arce campestre, plátano de sombra, avellano

 

martes, 11 de agosto de 2020

Peral

Nombre en euskara: madariondo

Nombre científico: Pyrus communis

Familia: Rosáceas

  

Los veo, por un dulce cambio,

maduros aquí y allí nacientes,

con sus frutos rubios y verdeantes

hacer una agradable mezcla

   Jean Racine, Los perales

 

Este ejemplar se encuentra en el jardín de frutales de La Florida

Especie originaria del este de Europa y del Cáucaso.

Pequeño árbol que raramente alcanza los 10 m de altura. Su copa es densa, la corteza grisácea y el porte variable.

Hojas caducas, simples, ovaladas, de margen entero o ligeramente serrado. Se disponen alternas o formando manojos.

Las flores nacen en grupos numerosos en abril y son de color blanco o blanco rosado.

El fruto, además de estar presente en nuestra alimentación, aparece con frecuencia en el lenguaje cotidiano a través de expresiones como “pedir peras al olmo”, “es la pera”, “es una perita en dulce”… o de refranes como “peral que no da peras, pocas visitas espera”; “Coma yo de la pera y móndela quien quiera”; “De las frutas, el pero; de los amores, el primero”.

Pyrus era el nombre que le daban los romanos al peral. El epíteto communis nos da una idea de su frecuencia y abundancia.

martes, 21 de julio de 2020

Símbolos de renacimiento


El 6 de agosto de 1945, hace ahora 75 años, la primera bomba atómica fue lanzada sobre Hiroshima. En unos segundos causó 160.000 muertos y tal devastación que, desde entonces, el mundo nunca volvería a ser el mismo.
Aunque durante un tiempo no quedó rastro de vida en la ciudad, algunos árboles resurgieron entre los escombros y la desolación. En Japón llaman Hibakujumoku a los árboles que sobrevivieron a la bomba atómica.

Entre ellos se encontraba un ginkgo que en poco menos de un año, a unos pocos kilómetros del hipocentro, brotó entre las ruinas de un antiguo templo budista. En la remodelación del edificio se mantuvo el árbol que pasó a ser un símbolo de renacimiento y veneración.

A su vez, la adelfa fue la primera especie que volvió a florecer en Hiroshima después de la bomba atómica, por eso es la flor oficial de la ciudad.
Dos especies que nos recuerdan el poder de regeneración de los árboles y la necesidad de trabajar para impedir que una barbarie como aquella se repita.

Al olmo viejo, hendido por el rayo

y en su mitad podrido,

con las lluvias de abril y el sol de mayo,

algunas hojas verdes le han salido.

         Antonio Machado, A un olmo seco


martes, 30 de junio de 2020

Granado

Nombre en euskara: Mingranondo  
Nombre científico: Punica granatum
Familia: Punicáceas

¡Granados en cielo azul!
¡Calle de marineros!
 ¡Qué verdes están los árboles,
 qué alegre tienes el cielo!».
   Juan Ramón Jiménez, Granados en el cielo azul

Este ejemplar se sitúa en el huerto de frutales de la Florida.

Es originario de la región que abarca desde Irán hasta el norte del Himalaya en la India; fue cultivado y naturalizado en toda la región del Mediterráneo desde la antigüedad. Se sabe de su cultivo desde hace al menos 5000 años.

El granado es un pequeño árbol muy ramoso, puede ser espinoso, que llega a alcanzar los 5 m. Tiene una corteza muy agrietada y nudosa en los ejemplares viejos.
Las hojas son caducas, algo coriáceas, simples y de forma entre lanceolada y oblonga.
Las flores son rojas, solitarias y muy vistosas. Al madurar forman un fruto comestible: la granada.
Muchos pueblos han visto la granada como un símbolo de amor, fertilidad y prosperidad. Según la mitología griega, el primer granado fue plantado por Afrodita, la diosa griega del amor y de la belleza.
Punica es el nombre que los romanos daban al árbol y sus frutos, y deriva de la ciudad de Cartago; granatum alude a los granos de su fruto.

martes, 9 de junio de 2020

Canciones de los árboles

…música que viene de árboles 
tañidos por el viento…
Al árbol le gusta entonar canciones
que el viento no recuerda.
    Adonis,  Homenaje al viento y a los árboles. 

La Fiesta europea de la Música se celebra cada año, el 21 de junio, a las puertas del verano. Es una celebración de la música que pretende valorar la diversidad de prácticas musicales, entre las que podríamos incluir las canciones de los árboles. Parece, por lo tanto, una buena ocasión para prestarles atención, y, para ello, nada mejor que las sugerencias que hacía el Archiduque Luis Salvador en su libro Canciones de los árboles.

Su modo de hablar y de cantar es distinto según sea la fuerza del viento y la edad de los árboles. Debemos escuchar atentamente el sonido de sus hojas y procurar descifrarlo: como un arpa suena la brisa en los laureles, el murmullo de los plátanos recuerda al barullo y los tumultos populares, el rumor de los chopos es alegre, como un baile infantil… Todo ello acompañado con los cantos de los pájaros que los frecuentan o el ritmo de la lluvia que cae sobre las ramas cubiertas de hojas.

Todo el mundo ha oído el susurro del viento entre la copa de los árboles. Sin embargo, no todos han llegado a escuchar sus voces, tan diversas según de qué árbol se trate; no todos han regalado el oído con sus canciones.
   Archiduque Luis Salvador. Canciones de los árboles

martes, 19 de mayo de 2020

Cerezo de flor japonés

Nombre en euskara: Japoniar gereziondo
Nombre científico: Prunus serrulataKanzan’

Familia: Rosáceas

Mis palabras llovieron sobre ti acariciándote.
Amé desde hace tiempo tu cuerpo de nácar soleado.
Hasta te creo dueña del universo.
Te traeré de las montañas flores alegres, copihues,
avellanas oscuras, y cestas silvestres de besos.
Quiero hacer contigo
lo que la primavera hace con los cerezos.
   Pablo Neruda, 20 poemas de amor y una canción desesperada

Este ejemplar se sitúa en la Prolongación del Parque Ignacio Ellacuría

Nativo de Japón, Corea y China, es un árbol pequeño, caducifolio, con un tronco pequeño y una copa densa. La corteza es lisa y de color gris marrón, con lenticelas prominentes y horizontales.

Las hojas se distribuyen en forma alterna, tienen forma ovada-lanceolada, con un peciolo corto y un borde aserrado. Al final del otoño, las hojas adquieren tonos amarillo-rojizos.
Las flores, de color rosa-púrpura, surgen en primavera formando grupos sobre ramas aún desnudas.

El fruto es una drupa globosa negra de 8-10 mm de diámetro.

Se cultiva ampliamente como árbol ornamental por su bella floración, tanto en sus países de origen como en las regiones templadas del mundo.

El Prunus serrulata ‘Kanzan’ llegó a Europa, concretamente a Gran Bretaña, en 1913. El nombre de esta variedad (Kanzan) es una palabra tomada de la poesía clásica japonesa, que evoca una imagen nostálgica de la tierra o la aldea natal en un valle rodeado de montañas.

El cerezo de flor es uno de los símbolos más conocidos de la cultura japonesa, y durante el “Hanami” la gente celebra su floración, se reúne en los parques y comparte alimentos.

martes, 28 de abril de 2020

Desde la ventana

Veo a través de tu ventana,  
el árbol iluminado, la esperanza.
Déjalo así;
así deja el fogón encendido;
por la noche,
como un faro de esperanza y calor humano;
la abuela,
para aquél que baja de la montaña.

     Patricio Aguilar, El árbol en tu ventana



Escribía Pessoa, en el Libro del desasosiego, que no era en los anchos campos o en los jardines grandes donde veía llegar la primavera. Era en los pocos árboles pobres de una plazuela de la ciudad. Pero este año no hemos podido salir a las plazas, y hemos visto llegar la primavera desde la ventana.
Es conocida la influencia positiva de los árboles en nuestra salud física y mental. Incluso, aunque no podamos tocarlos ni pasear bajo ellos. Contemplar el verde desde la ventana ayuda, como mostró una investigación realizada en los ochenta: se valoró la recuperación de una serie de personas sometidas a la misma operación en distintas habitaciones de un hospital. Quienes podían ver árboles se recuperaron antes, necesitaron menos analgésicos y valoraron más positivamente la atención sanitaria que quienes no tenían verde a la vista (1). Es más, otras investigaciones muestran que la exposición a imágenes y sonidos de la naturaleza reduce el estrés y el dolor en los pacientes (2, 3).
La terrible situación que estamos viviendo, con el inapelable confinamiento, nos muestra, una vez más, la importancia de ver árboles por la ventana.



(1)    Ulrich, Roger S.: “View Through a Window May Influence Recovery from Surgery”, Science 224 (1984): 420-421.

(2)    Diette, G.B., Lechtzin, N., Haponik, E. y Devrotes, A., Rubin, H.R. “Distraction Therapy With Nature Sights and Sounds Reduces Pain During Flexible Bronchoscopya: A Complementary Approach to Routine Analgesia” Chest 123, nº 3 (2003): 941-948.

(3)    Ulrich, R.S. y Simons, R.F. “Recovery from stress during exposure to everyday outdoor environments” en Proceedings of the Seventeenth Annual Meeting of the Environmental Design Research Association, (Washington, DC: EDRA, 1986):115-122.


martes, 7 de abril de 2020

Saúco

Nombre en euskara: Intsusa

Nombre científico: Sambucus nigra

Familia: Adoxáceas


Ubicación: Paseo Marítimo


Jugaron luego en el camino lateral y plantaron un jardincito en la tierra; ella se sacó una flor de saúco del cabello y la plantó; y creció como hiciera aquel que habían plantado los viejos cuando niños…

     Hans Christian Andersen, El hada del saúco


Originario de las regiones templadas a subtropicales de ambos hemisferios, el saúco es un arbusto ramoso y de follaje denso que puede alcanzar la talla de un árbol, de hasta 7-9 m. El tronco y las ramas tienen una consistencia como de corcho y los tallos jóvenes son huecos, con una médula blanca en su interior.

Las hojas son caducas, opuestas y compuestas por 3-7 hojuelas, siempre en número impar. Son de color verde oscuro, con el margen finamente serrado, tienen forma ovalada y terminan en una punta alargada.
Las flores salen en primavera en grupos blanquecinos muy numerosos y compactos; son pequeñitas, pero muy vistosas y aromáticas.

Los frutos también aparecen en grupos numerosos, son algo menores que un guisante y negros al madurar.

Su crecimiento es rápido y su longevidad limitada, pues no suele pasar de los cincuenta años.

La madera de saúco no es de buena calidad. Con sus tallos huecos se elaboran silbatos, flautas y cerbatanas. Sus hojas se han usado para teñir de verde y sus frutos para teñir de negro o morado. Actualmente se utiliza como planta ornamental por la belleza de su floración y fructificación.

Sambucus era el nombre romano del saúco y deriva de la palabra griega sambuke, que es un instrumento musical hecho con su madera; nigra significa negro, por el color de sus frutos maduros.

martes, 17 de marzo de 2020

Ciudad bosque


¿Hasta cuándo la mano del bosque en la lluvia
me avecina con todas sus agujas
para tejer los altos besos del follaje?
Otra vez
escucho aproximarse como el fuego en el humo
nacer de la ceniza terrestre,
la luz llena de pétalos,
y apartando la tierra
en un río de espigas llega el sol a mi boca
como vieja lágrima enterrada que vuelve a ser semilla.

     Pablo Neruda, Naciendo en los bosques


Con motivo de la celebración —el 21 de marzo— del Día Internacional de los Bosques, no estaría de más aprovechar la ocasión para explorar una alianza entre la ciudad y el bosque, aunque hoy parezca inconcebible.

Como dice Jorge Riechmann “no hay que descartar que se muestre en esta recurrente asociación algo verdadero.[…] El urbanismo del siglo XIX concibió la ciudad-jardín: hemos de dar un paso más allá para imaginar la ciudad bosque”.

La ciudad-bosque sería una asociación descentralizada de barrios convertidos en pueblos urbanos, una urbe rural, con un importante sector primario. Una ciudad que tendería a la autosuficiencia y a una economía circular basada en el reciclaje y las energías renovables. Una ciudad profundamente peatonalizada, con muchos árboles.

Sería cuestión de recuperar y adaptar conocimientos y prácticas que han existido en todas las ciudades a lo largo de la historia. O experimentar nuevas propuestas, como la que está dirigiendo el arquitecto italiano Stefano Boeri a las afueras de Liuzhou, provincia de Guangxi (China). Una ciudad diseñada para albergar alrededor de 30.000 personas, casi 1 millón de plantas, de más de 100 especies distintas, y 40.000 árboles.

martes, 25 de febrero de 2020

Acebo

Nombre en euskara: Gorosti
Nombre científico: Ilex aquifolium

Familia: Aquifoliáceas.

“Y no hubieron andado un cuarto de legua, cuando al cruzar de una senda vieron venir hacia ellos hasta seis pastores vestidos con pellicos negros, y coronadas las cabezas con guirnaldas de ciprés y de amarga adelfa. Traía cada uno un grueso bastón de acebo en la mano…”

Miguel de Cervantes, El Quijote

Este ejemplar se encuentra en la calle Grumete Diego.

Árbol de pequeño tamaño, puede alcanzar los 15 m, de origen europeo. Tiene porte piramidal, con copa densa y ramosa desde la base.

Las hojas son verde oscuras, persistentes, simples y alternas. Suelen tener forma ovalada y el borde fuertemente espinoso en los ejemplares jóvenes y en las ramas más bajas en los adultos.

Hay ejemplares macho y ejemplares hembra que, tras la fecundación, producen unos frutos globosos del tamaño de un guisante, que son verdes al principio y tornan a rojo al madurar.
De crecimiento lento, puede vivir quinientos años, aunque normalmente no pasa de los cien.

La madera de acebo es de muy buena calidad, dura y tan densa que no flota en el agua. Es apreciada por teñirse bien de negro e imitar a la de ébano; además es muy estimada como leña, para hacer carbón y para confeccionar mangos y bastones resistentes.

Con la corteza se preparaba la liga, una goma empleada en la captura de pájaros, actualmente prohibida para este fin. El acebo también se usa mucho como planta ornamental y adorno navideño. Actualmente es una especie protegida.

Aguanta muy bien la poda y tiene numerosas variedades de jardinería que realzan las espinas o matizan su verde intenso con bordes o manchas blancas o amarillas.

Ilex era el nombre romano de la encina, y el naturalista sueco Linneo se lo asignó al acebo por el parecido de sus hojas; aquifolium quiere decir ‘hoja con espinas’.

miércoles, 5 de febrero de 2020

Aceptar el reto

Aumentar su número de árboles es el reto que la Comisión Económica de las Naciones Unidas para Europa ha hecho llegar a las ciudades.
La campaña global Trees in Cities Challenge se lanzó en la Cumbre de Acción por el Clima, celebrada el pasado septiembre en Nueva York con el fin de combatir la emergencia climática y generar un urbanismo más sostenible y resiliente.

El aumento del nivel del mar, las temperaturas extremas, las inundaciones, las sequías y las tormentas amenazan la vida en las ciudades, destruyendo hogares e infraestructuras y poniendo en peligro el acceso vital a servicios básicos como el agua limpia y el alcantarillado. Pero las ciudades no solo son receptoras de las consecuencias del cambio climático; ellas también contribuyen a ello. Algunas estimaciones sugieren que las ciudades son responsables del 75 por ciento de las emisiones globales de CO2, con el transporte y los edificios entre las principales fuentes.

Plantar árboles es una forma sencilla pero poderosa de construir ciudades más sostenibles y resilientes.
¿Cuáles son los beneficios para las comunidades?


Lucha contra la emergencia climática y aumento de la resiliencia urbana. Al absorber el CO2 y refrescar el aire, los árboles ayudan a mitigar el cambio climático y a ahorrar energía, pues reducen la necesidad de aire acondicionado. Los árboles también ayudan a controlar la erosión del suelo, reducen los deslizamientos de tierra, controlan las aguas superficiales, y ayudan a mitigar el daño de las inundaciones.

Aire más limpio. Los árboles intercambian gases con la atmósfera y capturan partículas y contaminantes urbanos.

Ciudades más saludables. Se sabe que la presencia de árboles en las zonas urbanas tiene un efecto positivo en la salud humana al reducir los niveles de estrés, prevenir la obesidad y acelerar la recuperación de enfermedades.

Espacios públicos mejorados y con mayor biodiversidad. Los árboles proporcionan refugio, alimento y hogar a animales y plantas, contribuyendo a la biodiversidad urbana.

Comunidades más fuertes. Se ha demostrado que una mayor presencia de áreas verdes urbanas tiene un impacto positivo en la cohesión social y ayuda a formar comunidades más fuertes.

Aumento del valor patrimonial. Los árboles saludables pueden aumentar los valores de las propiedades circundantes en un 2-10%.

martes, 14 de enero de 2020

Madroño

Nombre en euskara: Gurbitza
Nombre científico: Arbutus unedo

Familia: Ericáceas

Porque no quería tener
algo en nada
se ha ido:
más allá de las dunas azules,
entre madroños y píritus
de negra espina.
Allí
donde dos ríos se unen
como semblantes de soledad.


     Igor Barreto, El árbol de mango

Este joven ejemplar se encuentra en el Parque de las laderas de Azeta.

El madroño es un pequeño árbol perenne que puede alcanzar los 8 m de altura, tiene una copa densa y globosa. Es una especie fundamentalmente mediterránea, aunque también se distribuye por otras áreas.
La corteza es pardo-rojiza, agrietada y escamosa, que se desprende en plaquitas. Las ramillas jóvenes son rojizas, volviéndose grisáceas con el tiempo.
Las hojas son simples, alternas, lanceoladas, de color verde intenso brillante por el haz y mate por el envés, de 8-10 cm de largo y de borde serrado.
Las flores son blancas o rosado-claras, aparecen en grupos colgantes al final del otoño o a comienzos del invierno y tienen forma de campanita cerrada.
Los frutos al madurar tienen un aspecto granulado, carecen de piel, son carnosos, redondeados, de 2-3 cm, rojos o de naranja intenso en el exterior y amarillo-anaranjados por dentro. En invierno se pueden ver flores y frutos maduros a la vez.
Con los frutos se elaboran mermeladas, confituras y bebidas alcohólicas. La madera es densa, muy dura, de excelente calidad como leña y muy apropiada para hacer carbón vegetal. Sirve para tallar pequeñas piezas como cuencos y cubiertos.

Arbutus es el nombre que los romanos daban al madroño y a sus frutos; unedo procede de edo, que significa comer, y unus o uno, es decir, ‘comer sólo uno’, aludiendo al hecho de que los frutos del madroño al madurar fermentan y contienen cierta cantidad de alcohol, por lo que su consumo excesivo puede provocar borracheras o dolores de cabeza.