viernes, 23 de abril de 2021

Cuentos y árboles

Un año más, celebramos el día del libro, que de alguna forma también es el día de los árboles. Estos han sido desde antiguo el soporte de la escritura (antes de que se conociera el papiro ya se usaba la corteza de ciertos árboles), y sigue siéndolo en forma de papel. Curiosamente, la palabra libro viene del latín liber, término que se ha conservado para designar la película que, pegada a la corteza de los árboles, transporta la savia.

Pero además de soporte físico, los árboles tienen un gran poder evocador, inspiran y forman parte de las historias que cuentan los libros. A veces son árboles singulares, otras veces se agrupan y aparece el bosque. Este está presente en todos los géneros, pero es en los cuentos infantiles donde se vuelve símbolo y protagonista.

Criaturas perdidas, lobos, monstruos, brujas, hadas, elfos y otros seres mágicos cohabitan en un entorno boscoso fruto de múltiples influencias y mestizajes culturales. El bosque de la literatura infantil no es un lugar idílico, los y las protagonistas no lo pasan muy bien, pero es que crecer puede ser duro, la vida no siempre es amable, y la foresta, con todo lo que contiene, actúa como una gran metáfora.

¿Qué sería de Caperucita, Hansel y Gretel, Pulgarcito, Blancanieves, la Bella Durmiente y otras muchas historias sin el bosque, sin los árboles?

 

¡Mira esas flores, Caperucita Roja! ¡Qué bonitas! Esas que crecen ahí, al pie de los árboles. Acércate a mirarlas y mira lo bonitas que son. Si no te apartas del sendero, no oirás los trinos de los pájaros. Dentro del bosque se les oye cantar todo el rato, y es maravilloso [1].

[1] PERRAULT, C.; GRIMM, J. y W.; TIECK, L.: Caperucita Roja. Traducciones de Luis Alberto de Cuenca e Isabel Hernández. Madrid: Nórdica Libros, 2012.

sábado, 3 de abril de 2021

Araucaria

Nombre en euskara: Araukaria

Nombre científico: Araucaria heterophylla

Familia: Araucariáceas,

 

Las aves cenicientas apenas si se atreven

a posarse en tu alto palacio vegetal,

alzado a los plumajes suntuosos,

al flamear de alada pedrería cegadora.

     Pablo García Baena, Araucaria

 

Este ejemplar se encuentra en el cementerio municipal. 

Originario de la Isla Norfolk (al este de Australia), es un árbol de porte piramidal que puede alcanzar los 70 m de altura. Desde el recto tronco, las ramas principales se disponen, prácticamente horizontales, formando pisos regulares. De estas ramas principales salen unas ramillas flexibles que están densamente cubiertas por hojas persistentes cuya forma y tamaño es variable dentro de una misma planta: algunas son alargadas y algo blandas, y otras son como rígidas escamas.

Casi siempre es un árbol dioico, con flores masculinas y femeninas en ejemplares distintos. Cuando los conos femeninos son fecundados, se forman unas piñas muy redondas, erguidas y de gran tamaño (de unos 10-15 cm de longitud).

Este árbol inició su evolución sobre la Tierra hace unos 145 millones de años, por lo que se le considera un fósil viviente.

Su madera dura, blanca y pesada es muy buena para construcciones navales. Debido a la rectitud de su tronco, estos árboles fueron utilizados para fabricar mástiles de grandes dimensiones. Hoy en día se usa fundamentalmente como ornamental, ya que resulta espectacular debido a su porte, su simetría y su gran altura.

El nombre genérico araucaria deriva del de los indios araucanos (nombre dado por los españoles a los mapuches). El epíteto heterophylla hace referencia a las diferentes formas de sus hojas.