miércoles, 27 de septiembre de 2023

Boj

Nombre en euskara: Ezpel  

Nombre científico: Buxus sempervirens

Familia: Buxáceas

«La primera señal que me llegaba en cada retorno al Pirineo era el olor del boj; […] El olor del boj es la puerta a un compartimento de elevados paisajes, de cimas con nombres precisos».

Eduardo Martínez de Pisón, Cuadernos de montaña

 Este ejemplar se encuentra en el Cementerio Municipal.

El boj es generalmente un arbusto ramoso y siempre verde, que si se deja crecer toma el porte de un arbolito que puede llegar hasta los 8 m. Habita en el centro y sur de Europa, norte de África, Cáucaso, Asia menor y sur del Himalaya.

La corteza en los ejemplares adultos se agrieta mucho en placas pequeñas y grisáceas.

Las hojas son pequeñas, simples, opuestas, coriáceas, tienen el margen entero. Su forma es ovalada, con el borde algo curvado hacia abajo. En otoño pueden tomar un característico color anaranjado a causa del frío o amarillear por una sequía prolongada. 

Las flores aparecen a comienzos de primavera, en pequeñas inflorescencias, en las axilas foliares. Son de color amarillo, poco vistosas.

El fruto es una pequeña cápsula marrón o gris, coriácea, que contiene numerosas semillas.

En la cita que aparece arriba, el geógrafo Eduardo Martínez de Pisón hace una bella descripción del aroma del boj. Sin embargo, este aroma provoca opiniones encontradas.

De crecimiento muy lento, puede llegar a vivir 600 años. Resiste bien las heladas, el viento y la sequía.

Desde la época clásica, fue usado en Grecia y Roma para demarcar jardines formando setos. Gozó de gran aceptación en los elaborados jardines renacentistas. Hoy en día también se usa como ornamental. Admite muy bien la poda y es habitual encontrarla en setos vivos o en jardines formando figuras decorativas (poda topiaria), costumbre que viene de la época romana.

Además, su madera es muy valorada. Es dura (la más dura de Europa), densa, fina, homogénea (los anillos anuales están tan juntos que la madera resulta uniforme), fácil de tornear, pulir y teñir (es de un delicado tono amarillo), y sirve para fabricar pequeños objetos como cubiertos, mangos, botones, figuras de ajedrez, fichas e instrumentos musicales de viento como flautas, clarinetes y algunas piezas para las gaitas.

Dicen que los mejores bolillos para hacer encajes están hechos de madera de boj. Antiguamente con su madera se confeccionaban las mejores planchas para los grabadores de las imprentas. Las bolas de la Lotería Nacional están hechas de madera de boj.

Es una planta bastante tóxica en todas sus partes. El boj aparece en el catálogo de flora protegida del País Vasco.

El nombre genérico Buxus procede del griego puxos, que significa caja o cubilete, por la forma de su fruto y el uso que se le daba a su madera. El epíteto específico sempervirens quiere decir ‘siempre verde’, al ser de hojas persistentes. 

Fuentes consultadas:

Drori, J. (2020). La vuelta al mundo en 80 árboles, Blume, Barcelona.

https://www.arbolapp.es/

https://es.wikipedia.org/

viernes, 8 de septiembre de 2023

Septiembre

Poco tiene que ver el verde que presentan las hojas de los árboles ahora con aquel color fresco y nuevo de la primavera. Es un verde cansado que sabe que pronto virará a otros tonos. 

Llega poco a poco el tiempo de los frutos. Unos comestibles, otros no. Unos conocidos, otros no tanto; pero todos hermosos y necesarios. Albergan lo que garantiza la continuidad de la especie: las semillas. Estas utilizan mil trucos para viajar y extenderse. Unas se cubren con apetecibles frutos, que los animales comen y esparcen. Otras son ligeras y se dejan arrastrar por el viento, o fabrican alas para volar aprovechando su fuerza. Algunas, almacenadas por arrendajos y roedores, quedarán olvidadas en algún rincón y, con suerte, germinarán. Las hay, incluso, que son lanzadas a cierta distancia cuando el fruto se abre bruscamente…

¡Verdes jardinillos,
claras plazoletas,
fuente verdinosa
donde el agua sueña,
donde el agua muda
resbala en la piedra!...
Las hojas de un verde
mustio, casi negras,
de la acacia, el viento
de septiembre besa,
y se lleva algunas
amarillas, secas,
jugando, entre el polvo
blanco de la tierra.

     Antonio Machado, ¡Verdes jardinillos!