lunes, 22 de octubre de 2018

Adelfa

Nombre en euskara: Heriotzorri
Nombre científico: Nerium oleander

Familia: Apocináceas.

Me miré en tus ojos
pensando en tu alma.
Adelfa blanca.
Me miré en tus ojos
pensando en tu boca.
Adelfa roja.
Me miré en tus ojos.
¡Pero estabas muerta!
Adelfa negra.
   Federico García Lorca, Remansillo

Este ejemplar se encuentra en la Plaza Poeta Larrañaga.
Originariamente se encontraba como planta nativa en una amplia zona desde la cuenca mediterránea hasta China.
Es un pequeño árbol o arbusto de hasta de 6 m de altura, perennifolio.
Tallos verdes que con el tiempo pasan a grises, laxos.
Hojas estrechas y coriáceas, con nervios muy marcados. En grupos de dos o tres que permanecen de un verde intenso todo el año.
Flores blancas, rosas, o rojas, de hasta 4 cm de diámetro, con cáliz glanduloso y profundamente dividido en 3 sépalos. Pueden tener una o dos capas de pétalos, lo que les da aspecto simple o compuesto, formando ramilletes en el extremo de las ramas. Florece en verano.
El fruto tiene forma de doble vaina y libera semillas plumosas.
Etimológicamente, adelfa deriva del griego Dafne, Laurel, a través del árabe “al-defla”. En la mitología griega, Dafne era una ninfa a la que perseguía Apolo. Para no caer en su poder, Dafne pidió ayuda a los dioses, y estos la transformaron en árbol, un laurel. La adelfa también es conocida como laurel de flor.
Se usa como planta ornamental en jardines urbanos y en medianeras de carretera. Es muy resistente a la sequía.
Es una planta muy venenosa. Se cuenta que en 1808, durante la Guerra de la Independencia Española, unos soldados franceses asaron carne de cordero ensartando la carne en estacas de adelfa. De los 12 soldados, 8 murieron y los otros cuatro quedaron seriamente intoxicados.
Por otra parte, dicen que fue la primera planta en florecer después de la explosión de la bomba atómica sobre Hiroshima, el 6 de agosto de 1945.

sábado, 6 de octubre de 2018

Cambios estacionales



“Las cuatro estaciones” que podemos ver en la Canilla son obra de Adolfo Areizaga Orueta (1850-1918). Datadas en 1878, fueron realizadas para los jardines del convento de los Agustinos, y hacen alusión a las estaciones del año y al ciclo de la vida. Están orientadas a los cuatro puntos cardinales: al este, la “Neska del Txorierri”, que representa  a la primavera; al sur, el “Baserritarra de Orozko”, que personifica el verano; al  oeste, la “Etxekoandre”, que simboliza el otoño; y al norte, el "Jauntxo de Arratia", que alude al invierno.
Los árboles que les rodean dan calidez y dinamismo al frío mármol, y nos permiten percibir los cambios que se producen a lo largo del año, aportando, siempre, belleza. Con razón se pregunta el poeta en qué momento del ciclo es más hermoso el árbol.


Árbol, ante el callado rumor que al viento haces
con tus ramas de pájaros, yo no sé lo que quieres…
si entre las alegrías del invierno renaces
o si entre las tristezas del estío te mueres…

¿Quién rige tu armonía constante?  ¿Quién ordena
la permanencia de tu eterna maravilla?
Iguales son, en ti, la alegría y la pena…
dulce es lo que en ti cae, dulce lo que en ti brilla.        

¿Con qué sueño hila Dios tu mayor hermosura?
¿Cuál es el ornamento de tus días mejores?
¿Tu gala de hojas secas, tu pompa de verdura,
tu corpiño de nieve, o tu manto de flores?
                Juan Ramón Jiménez