martes, 24 de septiembre de 2019

Baño de bosque

El Shinrin-Yoku, vocablo acuñado en los años 80 del siglo pasado en Japón e inspirado en el budismo, consiste en dejar que la naturaleza entre por los cinco sentidos. Podríamos decir que es un “baño de bosque”. Se trata, básicamente, de pasear por un entorno natural poniendo atención al olor que desprenden las plantas, el rumor de las hojas de los árboles movidas por el viento y toda la gama de colores y texturas que el entorno nos ofrece. 



Sabemos por propia experiencia que estar en entornos naturales nos relaja y ayuda a sentirnos bien. Esta percepción subjetiva viene respaldada, además, por una serie estudios científicos que están aportando evidencias del impacto de la naturaleza en nuestra salud y bienestar. Así, por ejemplo, se ha comprobado que un paseo por la naturaleza reduce la concentración en nuestra saliva de cortisol (hormona asociada al estrés y la ansiedad) el ritmo cardiaco y la presión arterial.


Para gozar de estos beneficios no hace falta irse a bosques recónditos. Podemos aprovechar las zonas verdes cercanas y los parques urbanos. Incluso, la simple contemplación del verde natural ayuda. Se han realizado estudios que muestran que los pacientes que tenían vistas de árboles desde la habitación del hospital tuvieron un postoperatorio más corto, necesitaron menos analgésicos y valoraron más positivamente la atención sanitaria.
Como señala Miyazaki, uno de los pioneros en estos estudios, la clave puede estar en que el ser humano ha estado la mayor parte de su vida evolutiva en contacto con la naturaleza y es ahí donde se siente más cómodo y a gusto. Nuestras funciones fisiológicas están todavía adaptadas a este medio.

En las sendas pensamos cosas puras,
uno al lado del otro, fugitivos,
cogidos de la mano, y pensativos
en medio de las flores más oscuras.
Paul Valéry, El bosque amigo

lunes, 2 de septiembre de 2019

Carpe

Nombre en euskara: Xarma

Nombre científico: Carpinus betulus

Familia: Betuláceas

Muy por encima de esas calles de aflicción
cuatro enormes carpes arañaban el cielo,
cada rama una silueta de nieve,
un espectáculo para paralizar el ojo
para aturdir la mente y calentar el corazón
esa naturaleza podría producir tal arte.

Felix Dennis, Los carpes (The Hornbeams)


Este bonito ejemplar se encuentra en el Parque Los Llanos.


Especie propia del centro de Europa y el suroeste de Asia.
Árbol de hoja caduca que puede alcanzar 25 m de altura. De corteza grisácea, tiene tronco estriado u ondulado y denso follaje. 
Las hojas son alternas (de 4-9 cm de largo), semejantes a las del haya, con nervios muy marcados, márgenes serrados y terminadas en punta.
Las flores masculinas y las femeninas nacen por separado en grupos colgantes en primavera.  
Los frutos son secos, y se disponen en racimos colgantes que poseen unas brácteas (hojas modificadas) trilobuladas, con el lóbulo central más largo que los laterales, lo que facilita su dispersión por el viento.

El carpe produce una madera pesada, de tono blanquecino, muy resistente y dura, apreciada en tornería. Por su gran resistencia al golpe, con ella se elaboran mazos, bolos, bolas, rodillos de madera, etc. Como combustible posee un elevado poder calorífico.

El carpe está incluido en los catálogos de especies amenazadas y protegidas del País Vasco y de España. 
Se planta como ornamental en parques y jardines. En otoño adquiere bellos matices de color.

Carpinus era el nombre con que los romanos designaban al carpe y a su madera; betulus alude a su semejanza con el abedul, Betula, que pertenece a la misma familia.