martes, 23 de abril de 2019

Libros y árboles


Los árboles como los libros tienen hojas  
y los márgenes lisos o recortados,
y tapas (es decir copas) y capítulos
de flores y letras de oro en los lomos.
     Jorge Sousa Braga, Los árboles y los libros

En este 23 abril, día del libro, queremos hacer referencia a un aspecto que suele pasar desapercibido: la estrecha relación existente entre libros y árboles. En otras entradas del blog hemos hablado del poder evocador de los árboles, que ha quedado reflejado en numerosas obras literarias. En esta ocasión, sin embargo, nos centraremos en el hecho de que los árboles han sido, son y en gran medida van a seguir siendo, la base física de los libros.

Aunque existen referencias previas, la invención del papel se atribuye a Cai Lun, consejero del emperador de China, quien en el año 105 d.C., obtuvo este nuevo material. El método consistía en mezclar diferentes tipos de fibras (como corteza de morera, cáñamo y seda, entre otras) con agua, y machacar la mezcla hasta conseguir la separación de las fibras. Esta pasta se ponía sobre un molde poroso y se prensaba hasta conseguir una fina lámina.
Esta técnica fue custodiada por China como un secreto de estado durante largo tiempo. Sin embargo, el avance del papel por otras culturas fue imparable. La entrada del papel en Europa se realizó en el siglo VIII, con la presencia árabe en la península Ibérica.

Aquel fue el predecesor del papel existente en nuestros días, que se fabrica con las fibra de celulosa, procedente fundamentalmente de la madera. Cuando esa fibra se utiliza por primera vez se llama fibra virgen, y cuando a través del reciclaje la recuperamos y la volvemos a utilizar como materia prima para elaborar papel la llamamos fibra reciclada. Pero en realidad se trata de la misma fibra en momentos diferentes de su ciclo de vida.

Hubo árboles antes de que hubiera libros, y acaso cuando acaben los libros continúen los árboles. Y  acaso llegue la humanidad a un grado de cultura tal que no necesite ya de libros, pero siempre necesitará de árboles, y entonces abonará los árboles con libros.

     Miguel de Unamuno

domingo, 14 de abril de 2019

Descubrir el secreto de la primavera


Tú querías que yo te dijera
el secreto de la primavera.
Y yo soy para el secreto
lo mismo que es el abeto.
Árbol cuyos mil deditos
señalan mil caminitos.


¡Ay! No puedo decirte, aunque quisiera,
el secreto de la primavera.

       Federico García Lorca.



Hace unos días nos juntarnos, de nuevo,  para celebrar la vida. Elegimos uno de esos caminitos de los que habla el poeta, en el parque dedicado a Ignacio Ellacuría, de cuyo asesinato se cumplirán en noviembre 30 años.
Tuvimos la oportunidad de acercarnos a los árboles, y preguntarles por el secreto de la primavera, porque, como dijo Hermann Hesse, “quien sabe hablar con ellos y sabe escucharlos, descubre la verdad. Ellos no predican doctrinas ni recetas. Predican, indiferentes al detalle, la originaria ley de la vida”.
Nos acompañaron en nuestras indagaciones Juan Ramón Jiménez, Amy Levy, Federico García Lorca, Eyra Harbar y otros cómplices literarios. Gracias.