Nombre en
euskara: Urritza
Nombre
científico: Corylus avellana
Familia:
Betuláceas
Bosques y praderas acompañaban mi camino, y muy lozano también, el río me acompañaba. Descubrí que el mundo se diferenciaba poco de mi patria. Los árboles y flores, las espigas de trigo y los avellanos me hablaban; yo cantaba sus canciones con ellos, y ellos me comprendían, como en casa.
Hermann
Hesse, Sueño de flautas.
Este
ejemplar se encuentra en la prolongación del Parque Ignacio Ellacuría.
Propio de Europa y Asia oriental, es un pequeño árbol ramificado desde la base que puede alcanzar los 8-10 m de altura. Su copa es amplia y densa.
Las hojas son caducas, simples, alternas, muy anchas, de forma acorazonada, serradas en su margen y acabadas en punta.
Las flores
son unisexuales, es decir, las hay masculinas y femeninas, y nacen en invierno
en el mismo pie de planta. Las masculinas se disponen en largos filamentos
colgantes, llamados amentos, que con el viento dispersan el polen. Las
femeninas, una vez fecundadas, forman el fruto (avellana). Este tiene una
cubierta parcial que parece un casco. Es muy alimenticio y de él también se
obtiene un aceite usado en alimentación, cosmética, y como lubricante.
Se usa como
planta ornamental, en la restauración de paisajes erosionados y como protector
formando setos.
Por su
flexibilidad, se usan las ramas o las tiras de su madera en cestería, así como
para confeccionar varas y bastones.
El avellano
se asocia con la sabiduría. Tanto las varitas mágicas, como las utilizadas por
zahoríes, o por magos y hechiceras eran
de avellano.
En
numerosas culturas y tradiciones se ha relacionado el avellano con el mundo mágico,
y así ha quedado recogido en diversas leyendas y cuentos tradicionales. En el
cuento de la Cenicienta que escribieron los hermanos Grimm, por ejemplo, no
existe el hada madrina que aparece en las versiones actualmente más conocidas.
La protagonista planta un brote de avellano en la tumba de su madre, donde
crecerá un hermoso árbol que la ayudará a cumplir sus deseos.
Corylus era el nombre romano del avellano y
su fruto. Deriva del griego “corys” (casco), en alusión a la forma de la
envoltura que presenta la avellana; avellana
deriva de la ciudad italiana Avella, donde abundaba esta planta.