El otoño es,
por otra parte, tiempo de frutos: granadas, castañas, nueces, avellanas, encinas,
membrillo, espino de fuego…
en la fuente de
mármol que el arrayán orilla,
diluyen los
cipreses su esmeralda herrumbrosa
y la arcada del
fondo su tristeza amarilla.
Rosales y
naranjos... Mustio el jardín reposa
en un verdor que
el oro del otoño apolilla…
o el oro polvoriento
de una naranja brilla!
Mas, dentro de
este otoño, hay tanta primavera
en gérmenes; y
es todo tan dulce y apacible,
que antes de
abandonarlo, mi corazón quisiera,
oyendo el
melodioso suspirar de la fuente
y soñando con
una Lindaraja imposible,
sobre este viejo
banco dormir eternamente…
Francisco
Villaespesa, El jardín de Lindaraja
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