sábado, 29 de diciembre de 2018

Reposo invernal

Huso de la hiladora,
a la mañana blanca y nueva,
chopo desnudo y fino:
entre la niebla,
hilas ropas de boda
para la Primavera.
   Dámaso Alonso, Chopo de invierno.

La alternancia entre veranos cálidos e inviernos fríos influye en el comportamiento de los seres vivos, tanto de las plantas como de los animales. Es sabido que algunos animales hibernan para superar el difícil periodo invernal. Dormir es una forma eficaz de enfrentarse al frío y a la escasez de alimento. Los árboles adoptan la misma estrategia, entran en un estado de letargo que llamamos reposo vegetativo. Ralentizan su ciclo vegetativo y “duermen” durante el invierno para, después, en primavera, retomar su funcionamiento habitual con la formación de yemas y hojas nuevas. 
Sin embargo, no es el frío, el cambio de temperatura, lo que les da la señal a los árboles, sino la duración del día. Según se van acortando los días, los árboles perciben esa disminución constante de la luz a lo largo de los sucesivos ciclos de veinticuatro horas. A diferencia de la temperatura, que puede variar  de un año a otro, dependiendo de si el invierno se adelanta o se atrasa, de si se presenta riguroso o benigno, el ciclo de cambios en la luz se mantiene constante. Es algo en lo que se puede confiar.

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