a la mañana blanca y nueva,
chopo desnudo y fino:
entre la niebla,
hilas ropas de boda
para la Primavera.
Dámaso Alonso, Chopo de invierno.
La
alternancia entre veranos cálidos e inviernos fríos influye en el
comportamiento de los seres vivos, tanto de las plantas como de los animales.
Es sabido que algunos animales hibernan para superar el difícil periodo
invernal. Dormir es una forma eficaz de enfrentarse al frío y a la escasez de
alimento. Los árboles adoptan la misma estrategia, entran en un estado de
letargo que llamamos reposo vegetativo. Ralentizan su ciclo vegetativo y
“duermen” durante el invierno para, después, en primavera, retomar su
funcionamiento habitual con la formación de yemas y hojas nuevas.
Sin
embargo, no es el frío, el cambio de temperatura, lo que les da la señal a los
árboles, sino la duración del día. Según se van acortando los días, los árboles
perciben esa disminución constante de la luz a lo largo de los sucesivos ciclos
de veinticuatro horas. A diferencia de la temperatura, que puede variar de un año a otro, dependiendo de si el invierno
se adelanta o se atrasa, de si se presenta riguroso o benigno, el ciclo de
cambios en la luz se mantiene constante. Es algo en lo que se puede confiar.
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