“No es en los anchos campos o en
los jardines grandes donde veo llegar la primavera. Es en los
pocos árboles pobres de una plazuela de la ciudad. Allí , el
verdor destaca como una dádiva y es alegre como una tristeza buena”
Fernando
Pessoa, Libro del desasosiego
El arbolado de parques, plazas y
calles tiene una importante incidencia en la calidad de vida de la ciudadanía. Grandes o pequeños, viejos o recien
plantados, solitarios o agrupados, los árboles son retazos de naturaleza entre
el asfalto y el cemento. Hacen más agradables y acogedores los espacios
en los que se encuentran, y animan nuestros sentidos. En sucesivas entradas repasaremos los numerosos
beneficios que nos aportan, empezando por los “servicios ambientales”.
Servicios
ambientales:
Suavizan la
temperatura ambiental. La
cubierta vegetal protege suelos y fachadas de la incidencia de los rayos
solares en días calurosos, evitando su recalentamiento y reverberación por
acumulación de calor. Por otra parte, la caída de la hoja permite disfrutar de
la radiación solar en los días fríos. Además, constituyen un freno contra el
viento, ofreciendo protección.
Reducen la contaminación.
Aunque la tolerancia a la contaminación varía de unas especies a otras, los
árboles son capaces de absorber concentraciones moderadas de SO2, óxidos de nitrógeno y otros contaminantes
atmosféricos. Otra forma de limpiar el aire es la captura, por parte de las
hojas del polvo y de las partículas suspendidas en el aire, que posteriormente
son arrastradas por la lluvia al suelo. Asimismo, disminuyen la contaminación
microbiológica, ya que tienen efectos antibióticos debido al ozono emitido por
las hojas, y a la producción de una serie de compuestos antibióticos, llamados
fitoncidas. No acaba aquí su función higiénica ya que, siendo el ruido otra
forma de contaminación, los árboles constituyen filtros naturales que lo
amortiguan, en particular los sonidos de alta frecuencia (agudos).
Aportan oxígeno y
captan CO2. Esto ocurre cuando
hay luz solar, por medio del proceso de
fotosíntesis. Al contario, durante la noche captan oxígeno y expulsan CO2, pero el balance resulta claramente a favor de
la producción de oxígeno, mejorando la calidad de la atmósfera. Por otra parte,
al captar CO2 los árboles pueden
contribuir a almacenar este gas de efecto invernadero. Esto se producirá
siempre que la cantidad de carbono captado debido al crecimiento y la
plantación sea mayor que la cantidad perdida debida a la mortalidad.
Aumentan la
biodiversidad de la ciudad. Favorecen la vida de numerosos animales y
plantas. Las aves, por ejemplo, encuentran entre las ramas y hojas un buen
lugar para el cobijo y el reposo; gran cantidad de pequeños animales viven en
la rugosa corteza, los musgos y líquenes se asientan en troncos y ramas, etc.
Por otra parte, frente a la rutina de unas pocas especies, la diversidad es un
importante valor ecológico y cultural.
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