lunes, 11 de abril de 2016

Simbolismo y tradiciones (I)

Yavé Dios plantó un jardín en edén, al oriente, y en él puso al hombre que había formado. Yavé Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles bonitos de ver, y sabrosos para comer, así como el árbol de la vida en medio del jardín, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.
                                                                                                               Génesis

El árbol ha sido un poderoso símbolo desde el principio de los tiempos. Representa la vida del Cosmos, el crecimiento, la generación y la regeneración. Resulta un elemento esencial en la cultura de muchos pueblos, que se ha transmitido de generación en generación a través de costumbres, mitos y tradiciones.

“Quien antes de su muerte ha plantado un árbol, no ha vivido inútilmente.”
                                                                   (Proverbio chino)
"Los árboles son las columnas de la tierra, si los derribamos el cielo caerá sobre nosotros."
                                                                       (Proverbio hindú)

A veces, incluso, resulta sorprendente el parecido en la forma de expresarlo.

“El día que ya no queden suficientes bosques, el cielo caerá sobre nosotros.”

   (Mito Kamayura, Alto Xingú, Amazonas)

Muchas tradiciones culturales han establecido una relación especial con algún árbol determinado: la celta, con el roble; la escandinava, con el fresno; la germana con el tilo; la hindú, con el ficus, etc. Asimismo, existía una gran relación entre árboles y dioses: Atis y el abeto, Osiris y el cedro, Júpiter y el roble, Apolo y el laurel, etc.

Son numerosos los vestigios y datos que permiten afirmar que en la cosmogonía arcaica indoeuropea, y también en la vasca, la naturaleza era la expresión del cosmos, entendido como organismo vivo que se regeneraba periódicamente. El árbol, más concretamente, era la manifestación viva de la capacidad de regeneración eterna. 

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