Las hojas vuelven a ser protagonistas. Las vimos asomarse en primavera y ahora contemplamos su danza al caer. Poco a poco se alfombra el suelo con tonos ocres, amarillos, naranjas, rojos, burdeos… una paleta de colores se abre en el corazón del otoño, que —como decía Albert Camus— es una segunda primavera, cuando cada hoja es una flor.
Caen las hojas que el viento vuelve a levantar, juegan a hacer remolinos y parecen volar.
Todo está fuera del tiempo.
Pasan las nubes
oscuras.
La arena, como una
carne
Los ojos ya no
ven: sueñan.
No atinan con lo que buscan.
Las cosas están
enfrente,
mas tienen el alma
muda.
Se vertió el vino
del ánfora
celeste de la
aventura.
Ay alma, por qué
volaste
con alas que no
eran tuyas.
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