Sabemos por propia experiencia que estar en entornos naturales nos relaja y
ayuda a sentirnos bien. Esta percepción subjetiva viene respaldada, además, por
una serie estudios científicos que están aportando evidencias del impacto de la
naturaleza en nuestra salud y bienestar. Así, por ejemplo, se ha comprobado que
un
paseo por la naturaleza reduce la concentración en nuestra saliva de cortisol (hormona
asociada al estrés y la ansiedad) el ritmo cardiaco y la presión arterial.
Para
gozar de estos beneficios no hace falta irse a bosques recónditos. Podemos
aprovechar las zonas verdes cercanas y los parques urbanos. Incluso, la simple
contemplación del verde natural ayuda. Se han
realizado estudios que muestran que los pacientes que tenían vistas de árboles
desde la habitación del hospital tuvieron un postoperatorio más corto, necesitaron
menos analgésicos y valoraron más positivamente la atención sanitaria.
Como señala
Miyazaki, uno de los pioneros en estos estudios, la clave puede estar en que el
ser humano ha estado la mayor parte de su vida evolutiva en contacto con la
naturaleza y es ahí donde se siente más cómodo y a gusto. Nuestras funciones fisiológicas
están todavía adaptadas a este medio.
En las
sendas pensamos cosas puras,
uno al lado del otro, fugitivos,
cogidos de la mano, y pensativos
en medio de las flores más oscuras.
cogidos de la mano, y pensativos
en medio de las flores más oscuras.
Paul Valéry, El bosque amigo
No hay comentarios:
Publicar un comentario