Aportan belleza, variedad y dinamismo. Embellecen el entorno
proporcionando variaciones de forma,
volumen y color a lo largo del día, de las estaciones y de la vida del árbol.
La bóveda vegetal tamiza los rayos solares y amortigua la luz intensa, dando lugar
a vibraciones y diferentes intensidades de luz. Tras la caída de la hoja, los
árboles caducifolios muestran las hermosas tracerías que forman las ramas no
alteradas por las podas. A esto habría que añadir la variedad de texturas y la
delicada fragancia de aromas de flores, hojas y frutos. Por otra parte, el
movimiento y sonido producido por las ramas y hojas mecidas por el viento
acompaña los vuelos y trinos de los pájaros que encuentran en los árboles
cobijo y alimento.
Constituyen un
elemento imprescindible en la arquitectura urbana. Ya sea complementando
una buena arquitectura, ya sea como elemento que la mejora cuando ésta es
deficiente, los árboles aportan armonía, permiten diversificar espacios
monótonos, delimitan espacios, ocultan o disimulan vistas desagradables,
aumentan la intimidad y personalidad entre edificios, etc.
“El hombre se encuentra
encorsetado entre la calle y los edificios con sus 1,75 metros de
estatura, hace falta darle una medida proporcional capaz de darle placer,
belleza, serenidad. ¡Es preciso plantar árboles!”
Le Corbusier
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