Nombre en euskara: Tamariskoa
Nombre científico: Tamarix gallica
Familia: Tamaricáceas
Escucha.
Llueve de las nubes fugitivas.
Llueve sobre los tamariscos
salobres y quemados,
llueve sobre los pinos
escamosos y áridos,
Gabriele D'Annunzio, La lluvia en
el pinar
Este ejemplar se sitúa en las laderas de Azeta, junto al mirador de
Sotera de la Mier.
Originario de la región mediterránea, se trata de un pequeño árbol caducifolio de 6-8 metros de altura. Las ramas son largas y flexibles, difíciles de romper. Presenta una corteza de color grisáceo.
Hojas muy pequeñas, escamiformes, de forma ovado-agudas.
Flores blancas o rosa pálido; se agrupan en espigas gruesas y
cilíndricas, que aparecen al mismo tiempo que las hojas.
Fruto en cápsula conteniendo semillas con un penacho plumoso.
Tiene un crecimiento rápido, y el tronco puede llegar a ser realmente
ancho. Las raíces son largas.
Prefiere climas secos y calurosos. Es una planta capaz de sobrevivir a
un incendio y a la sequía, pero suele estar asociada a zonas de humedad. Indicada
para fijar dunas y márgenes de ríos.
El nombre de este género (Tamaris)
conserva el usado en la época romana; gallica,
alude a Gallia, (la Francia de los romanos), lugar donde la planta es nativa.
De acuerdo con la Biblia, Abraham plantó un árbol en Beersheba,
invocando el nombre de Dios para establecer con el creador un pacto sagrado.
Ese árbol era una especie de Tamaris
(diferente de la que nos ocupa).
También es de una especie de Tamaris
la que produce el maná, el alimento que “llovió” sobre el desierto cuando los
israelitas abandonaban Egipto en busca de la tierra prometida, saciando el
hambre de aquella gente. Este tipo de tamarisco es muy abundante en el sur del
Sinaí, y su resina es similar a la cera, se derrite con el sol, es dulce y
aromática (como la miel), y tiene un color sucio-amarillo, coincidiendo con las
descripciones bíblicas.
Fuentes
consultadas:












