miércoles, 22 de noviembre de 2023

Dulce sombra

    “Nunca hubo sombra de vegetal más querida, amable y suave…” 

En nuestra tradición, el 22 de noviembre está ligado a la música (en la iglesia católica, Santa Cecilia es su patrona), así que hoy vamos a comentar una de las muchas referencias que conectan la música con los árboles.

Cuenta Herodoto que marchaba el rey persa Jerjes I con un ejército de 100.000 hombres para luchar contra los griegos y vengar la derrota de Maratón, cuando al llegar a la región de Lidia (en la actual Turquía) encontró un ejemplar gigantesco de plátano. Quedó deslumbrado por la belleza y magnitud del árbol y ordenó a su ejército detenerse y acampar. Al día siguiente, hizo rodear su tronco con una cadena de oro y protegerlo con una guardia.

Este episodio inspiró Ombra mai fu, aria de apertura de la ópera Jerjes, de Georg Friedrich Händel, estrenada en 1738, en la que el rey persa canta a ese fantástico plátano.

En este enlace podéis escucharla, en un ensayo general de la Orquesta y Coro de Voces para la Paz.

https://www.youtube.com/watch?v=kP9mVEK3xqE&ab_channel=VocesparalaPaz

Una buena forma de reivindicar, sin adornos ni etiqueta, dos cosas que necesitamos con urgencia: la paz y la sombra de los árboles.

 

Fuente: Vergés, Ll. (2021). Por los bosques. Los árboles son nuestra salvación, Alfabeto, Madrid.

sábado, 4 de noviembre de 2023

Noviembre

Las hojas vuelven a ser protagonistas. Las vimos asomarse en primavera y ahora contemplamos su danza al caer. Poco a poco se alfombra el suelo con tonos ocres, amarillos, naranjas, rojos, burdeos… una paleta de colores se abre en el corazón del otoño, que —como decía Albert Camus— es una segunda primavera, cuando cada hoja es una flor. 

Caen las hojas que el viento vuelve a levantar, juegan a hacer remolinos y parecen volar. 



Todo está fuera del tiempo.

Pasan las nubes oscuras.

La arena, como una carne

sin tiempo, llora desnuda.


Los ojos ya no ven: sueñan.

No atinan con lo que buscan. 

Las cosas están enfrente,

mas tienen el alma muda.

 

Se vertió el vino del ánfora

celeste de la aventura.

Ay alma, por qué volaste

con alas que no eran tuyas.

            José Hierro, Noviembre

viernes, 13 de octubre de 2023

Anillos: registro de la historia

Un árbol forma cada año un anillo en la madera. El cambium, la delgada y clara 
capa entre la corteza y la madera, elabora una capa nueva de tejido en cada época de crecimiento. Así que, podemos saber la edad de un árbol contando los anillos de su tronco. Pero hay más, en los anillos está registrada mucha información adicional. Un anillo excepcionalmente grueso puede ser la marca de un buen año, con un gran crecimiento. Un anillo que sea grueso en un lado del árbol y delgado en el otro nos cuenta la historia de una rama caída: cuando un árbol pierde una de sus ramas, su equilibrio queda descompensado, lo que provoca que las células se activen en el interior del tronco para reforzar la parte que debe soportar la carga desigual de la copa. 

No acaba aquí la cosa, multitud de acontecimientos como plagas, incendios, terremotos, o los intentos de invasión que han sufrido los árboles a lo largo de sus vidas, quedan grabados de alguna forma en sus anillos concéntricos. La dendrocronología es la ciencia que estudia esa información. Fue establecida como disciplina académica por A. E. Douglass, fundador en 1937 del Laboratorio de Investigación de los Anillos de los Árboles, en la Universidad de Arizona. Sus métodos tienen aplicaciones en materias como la arqueología (muchas construcciones primitivas estaban hechas con madera), la hidrología o la climatología, ya que, observando minuciosamente esos anillos, se puede acceder a un registro anual de la historia.


Los árboles ya comienzan a brotar

como algo casi a punto de ser dicho;

los nuevos tallos descansan y se propagan,

su verdor es una especie de tristeza.

¿Se trata de que ellos nacen nuevamente

y nosotros nos hacemos más viejos? No, ellos también mueren.

Su truco anual de lucir nuevos

se inscribe en sus fibras en anillos.

Sin embargo, los incansables castillos desgranan

su gruesa madurez cada primavera.

Ha muerto el último año, parecen decir,

comencemos otra vez, otra vez, otra vez.

                           Philip Larkin, Los árboles

 

 Fuentes consultadas:

Jahren, H. (2017). La memoria secreta de las hojas, Paidós, Barcelona

Wohlleben, P. (2016). La vida secreta de los árboles, Obelisco, Barcelona.

http://elpais.com/elpais/2016/03/11/eps/1457701994_780018.html

https://poemas.yavendras.com/arboles.php?pagina_actual=2

miércoles, 27 de septiembre de 2023

Boj

Nombre en euskara: Ezpel  

Nombre científico: Buxus sempervirens

Familia: Buxáceas

«La primera señal que me llegaba en cada retorno al Pirineo era el olor del boj; […] El olor del boj es la puerta a un compartimento de elevados paisajes, de cimas con nombres precisos».

Eduardo Martínez de Pisón, Cuadernos de montaña

 Este ejemplar se encuentra en el Cementerio Municipal.

El boj es generalmente un arbusto ramoso y siempre verde, que si se deja crecer toma el porte de un arbolito que puede llegar hasta los 8 m. Habita en el centro y sur de Europa, norte de África, Cáucaso, Asia menor y sur del Himalaya.

La corteza en los ejemplares adultos se agrieta mucho en placas pequeñas y grisáceas.

Las hojas son pequeñas, simples, opuestas, coriáceas, tienen el margen entero. Su forma es ovalada, con el borde algo curvado hacia abajo. En otoño pueden tomar un característico color anaranjado a causa del frío o amarillear por una sequía prolongada. 

Las flores aparecen a comienzos de primavera, en pequeñas inflorescencias, en las axilas foliares. Son de color amarillo, poco vistosas.

El fruto es una pequeña cápsula marrón o gris, coriácea, que contiene numerosas semillas.

En la cita que aparece arriba, el geógrafo Eduardo Martínez de Pisón hace una bella descripción del aroma del boj. Sin embargo, este aroma provoca opiniones encontradas.

De crecimiento muy lento, puede llegar a vivir 600 años. Resiste bien las heladas, el viento y la sequía.

Desde la época clásica, fue usado en Grecia y Roma para demarcar jardines formando setos. Gozó de gran aceptación en los elaborados jardines renacentistas. Hoy en día también se usa como ornamental. Admite muy bien la poda y es habitual encontrarla en setos vivos o en jardines formando figuras decorativas (poda topiaria), costumbre que viene de la época romana.

Además, su madera es muy valorada. Es dura (la más dura de Europa), densa, fina, homogénea (los anillos anuales están tan juntos que la madera resulta uniforme), fácil de tornear, pulir y teñir (es de un delicado tono amarillo), y sirve para fabricar pequeños objetos como cubiertos, mangos, botones, figuras de ajedrez, fichas e instrumentos musicales de viento como flautas, clarinetes y algunas piezas para las gaitas.

Dicen que los mejores bolillos para hacer encajes están hechos de madera de boj. Antiguamente con su madera se confeccionaban las mejores planchas para los grabadores de las imprentas. Las bolas de la Lotería Nacional están hechas de madera de boj.

Es una planta bastante tóxica en todas sus partes. El boj aparece en el catálogo de flora protegida del País Vasco.

El nombre genérico Buxus procede del griego puxos, que significa caja o cubilete, por la forma de su fruto y el uso que se le daba a su madera. El epíteto específico sempervirens quiere decir ‘siempre verde’, al ser de hojas persistentes. 

Fuentes consultadas:

Drori, J. (2020). La vuelta al mundo en 80 árboles, Blume, Barcelona.

https://www.arbolapp.es/

https://es.wikipedia.org/

viernes, 8 de septiembre de 2023

Septiembre

Poco tiene que ver el verde que presentan las hojas de los árboles ahora con aquel color fresco y nuevo de la primavera. Es un verde cansado que sabe que pronto virará a otros tonos. 

Llega poco a poco el tiempo de los frutos. Unos comestibles, otros no. Unos conocidos, otros no tanto; pero todos hermosos y necesarios. Albergan lo que garantiza la continuidad de la especie: las semillas. Estas utilizan mil trucos para viajar y extenderse. Unas se cubren con apetecibles frutos, que los animales comen y esparcen. Otras son ligeras y se dejan arrastrar por el viento, o fabrican alas para volar aprovechando su fuerza. Algunas, almacenadas por arrendajos y roedores, quedarán olvidadas en algún rincón y, con suerte, germinarán. Las hay, incluso, que son lanzadas a cierta distancia cuando el fruto se abre bruscamente…

¡Verdes jardinillos,
claras plazoletas,
fuente verdinosa
donde el agua sueña,
donde el agua muda
resbala en la piedra!...
Las hojas de un verde
mustio, casi negras,
de la acacia, el viento
de septiembre besa,
y se lleva algunas
amarillas, secas,
jugando, entre el polvo
blanco de la tierra.

     Antonio Machado, ¡Verdes jardinillos!

viernes, 18 de agosto de 2023

Peral de Callery

Nombre en euskara: Callery madariondo  

Nombre científico: Pyrus calleryana

Familia: Rosáceas

 

Cantan las hojas,

bailan las peras en el peral;

gira la rosa,

rosa del viento, no del rosal.

Nubes y nubes

flotan dormidas, algas del aire;

todo el espacio

gira con ellas, fuerza de nadie.

      Octavio Paz. Viento

 

Este ejemplar se encuentra en la prolongación del parque Ellacuría.

Es un árbol caducifolio pequeño, puede alcanzar 10 m de altura, de origen chino. El tronco principal es recto y de color grisáceo.

Las hojas, simples, son ovaladas, de color verde oscuro en el haz y verde claro en el envés.

Las flores se abren a principio de primavera, antes que las hojas. Son blancas, con 5 pétalos (típico de las Rosáceas). Tienen un olor dulce un poco empalagoso, y atraen a las abejas.

 Los frutos son unas pequeñas peras no comestibles para los humanos, pero sí para las aves.

Se emplea como ornamental y cada vez está más presente en nuestras ciudades ya que ofrece una copiosa floración en marzo-abril y su lustroso follaje verde se vuelve anaranjado-rojo en el otoño. Pero también es muy resistente. Una vez implantado, es capaz de soportar frío, calor, un grado medio de sequía y la atmósfera contaminada de las ciudades. Se adapta a la mayoría de los suelos, y las plagas no suelen afectarlo. Apenas requiere mantenimiento.

El nombre fue puesto en honor al misionero, y estudioso de la cultura china Joseph-Marie Callery, el primero en enviar ejemplares a Europa desde Asia (siglo XIX).

Un peral de Callery, sobrevivió a los atentados del 11 de septiembre. Aunque quedó muy dañado, fue retirado de los escombros y, tras sanearlo, lo volvieron a plantar en el lugar. Es conocido como el Árbol Superviviente.

jueves, 20 de julio de 2023

Julio

Los días son calurosos e invitan a ir al parque, a refugiarse en la sombra de los árboles. Una buena ocasión para contemplar las hojas de los árboles. A poco que nos fijemos, podremos asombrarnos con sus formas, su simetría, su disposición… 

Las más bajas son, por lo general, más grandes y de un verde más oscuro que las que crecen arriba. Esto permite que la luz del sol pueda llegar hasta la parte inferior del árbol, y que, además, las hojas inferiores (con más cantidad del pigmento que ayuda a las hojas a absorber la luz solar) puedan captar los rayos más débiles que llegan entre las sombras.

Pero también podemos seguir disfrutando de muchas flores. Así, por ejemplo, la del aligustre (la especie arbórea más abundante en la villa) perfuma con su aroma el entorno que le rodea. 



Augusta soledad del bosque umbrío

que da y protege el álamo frondoso,

amparad de verano riguroso

al inocente y fiel rebaño mío.

Que ya el suelo feraz de la campiña

selló julio con planta abrasadora

y su verdura a marchitar empieza;

             José Joaquín de Mora, El estío